Nuestro sistema educativo y nuestros jóvenes están enfrentando un gran desafío. Para el 2030, de acuerdo al Informe El Futuro de los Empleos 2025 del Foro Económico Mundial, se espera que los jóvenes ya estén dominando como mínimo 26 habilidades blandas, o habilidades poderosas como también le llaman. Habilidades que conjuntamente con sus grados académicos actualizados, les permitan ser profesionales mucho más completos y puedan desenvolverse mejor en los entornos multiculturales, multilingues y multidisciplinarios en los que de por sí, ya, se están desempeñando.
La gran preocupación de los empresarios es que de no ocurrir ésto, los trabajadores podrían convertirse en una barrera para la gran transformación empresarial que se espera para el 2030.
Los informes de la educación a la empleabilidad han puesto de relieve la paradoja del desempleo juvenil en gran escala y los empleadores que luchan por llenar sus vacantes. La razón más citada es que mientras los empleadores todavía requieren y valoran el conocimiento del sujeto, están dándole mayor valor a la necesidad de las habilidades blandas para unirlo con el conocimiento de la materia, que tienen ya del pasado. Son estas habilidades blandas que los estudiantes están luchando por demostrar porque muy pocos sistemas educativos están enfocados en dar a los estudiantes la oportunidad de desarrollarlas.
Nuestro sistema educativo tiene que apoyar a los jóvenes para desarrollar los conocimientos, habilidades y valores que necesitan para vivir y trabajar en una economía globalizada y contribuir de manera responsable tanto a nivel local como global.
Por otro lado, aunque tenemos mucho que ganar con nuestra creciente conectividad, también nos enfrentamos a la realidad de las crecientes desigualdades. Nuestros jóvenes no sólo deben ser competitivos a nivel mundial, sino también competentes, capaces de analizar y comprender los problemas interculturales y con las habilidades sociales, emocionales y de liderazgo para contribuir a los desafíos del mundo. Esto es lo que una educación relevante en el Siglo XXI necesita ofrecer.
Necesitamos “una educación de alta calidad y equitativa en todo el mundo”, lo subrayan los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Aunque hay muchos más niños en la escuela, no todos están aprendiendo los conceptos básicos y, además, muchos otros están desvinculados intelectualmente de esa educación porque la educación que reciben no parece ser relevante para el contexto en el que operan, ni les proporcionan las habilidades que necesitan para prosperar.
Como educadores, nuestra responsabilidad es preparar a cada joven para su futuro de la mejor manera posible. Mientras que las calificaciones siguen siendo importantes, ya no son suficientes para asegurarles un futuro exitoso. Más bien los jóvenes necesitan y merecen la oportunidad de convertirse en ciudadanos integrales, creativos y críticos, dispuestos a comprometerse con los mercados de trabajo y dar forma al futuro para ellos y las futuras generaciones. El desarrollo de las habilidades blandas en los jóvenes les permitirá involucrarse críticamente con el mundo que les rodea. No podemos fallarles.